Que PASO? Cambiar para no cambiar...
Sin el establecimiento profundo de los datos que
confirmen los resultados electorales, que podrán ser encontrados publicados en
cualquier medio de comunicación, la lectura política nos lleva al sinuoso
camino que desemboca en el punto de partida: hemos cambiado para no cambiar.
Suena contradictorio sino atenemos a los datos que
confirman que el FPV ha perdido quizás los distritos mas importantes y que
muchos analistas, avizoran un fuerte castigo hacia la figura presidencial.
El eufemismo entonces, se entrona en la presencia de diversos
actores que representan los mismos papeles en la interpretación de la partitura. Una
sinfónica acorazada por el velo de las elecciones legislativas, en porcentajes
mínimos tanto en la cámara de diputados
(la mitad) como en al cámara de senadores (un tercio), donde parecieran
presentarse diferentes atisbos de la tan preciada gobernabilidad. Situación no
menos demostrada en la
política Argentina, con un presidencialismo claro. Vamos, que
aún que asistamos a la inmovilización parlamentaria que pudimos observar desde
el 2009 al 2011, el presidente y sus resortes constitucionales están en plenas
facultades para ejercer, mantener e incluso aumentar la gobernabilidad.
Esta causa sobrevuela tanto el imaginario colectivo, a
tal punto que uno de los motivos de explicación del voto, es que se puede
pensar en el voto castigo o en el voto que permita no tener mayoría absoluta a
al fracción dominante del estado.
Esto puede explicar en parte aquella derrota del mismo
Néstor Kirchner en las legislativas del 2009 y en consecuencia, que a nadie
sorprenda en el gobierno la no obtención de una profunda y aplastante victoria en el 2013.
Evidentemente la falta del carruaje presidencial como tracción de voto, unido a
la falta de cultura por el corte de boleta, evidencian la particularidad de la elección.
No faltara sin embargo, quien adjunte recibo y con razón,
que fue la propia
Cristina quien se plebiscitaba en esta elección, pues el
fantasma de una posible reforma constitucional que habilite un nuevo mandato
sobrevuela tanto Buenos Aires, como el “Smoke” que siguen despidiendo los
autobuses en las calles porteñas.
Situados en este renglón de la partitura, la pregunta
esta en si basta con ganar y por cuanto ganar. Y esta pregunta es tan válida tanto a uno como a otros. Y sin
hacer por favor, las comparaciones incomparables. No se puede decir que el
gobierno ha perdido el 54% de una elección presidencial al 26% de una elección
legislativa sin presidenciales. En todo caso, deberíamos mirar la última elección
legislativa aislada y comparar.
Entonces, por cuanto le hace falta ganar al gobierno? Pues
para no ser considerado una derrota de posible fin de ciclo, al menos por un
porcentaje que le garantice la mayoría absoluta. Es decir, le hace falta ganar
por más y en más distritos. Pero no mucho más. Insisto, no mucho mas!!!. Sacar
el mismo resultado que las primarias, conservaría la mayoría en diputados y debería
negociar en el senado con algún grupo menor. Esto siempre y cuando, la
estrategia de despersonalización y de sucesión controlada no este en marcha.
Distinto es el escenario único al cual parece estar
sometida la oposición: la fragmentación y dispersión de actores. "Es que claro,
el Frente para la Victoria pierde con actores diferentes en cada unos de los
distritos donde pierde, no permitiendo
magnificar al diluir y atomizar la sensación de derrota ante el
adversario." - Sebastian Bertran Lamas.
Lo que nos vuelve a situar, en el punto de partida: cambiar para no
cambiar. Y lo que no cambia, es que
seguimos en ausencia clara de un liderazgo nacional que pueda amalgamar una
propuesta superadora al kirchnerimo. Ya no hablamos de proyectos, ni de modelos
basados en nuevos hiper relatos, simplemente de nuevos lideres con proyección
nacional.
Sin embargo, cada vez más siguen apareciendo liderazgos
regionales que no pueden superar su propio umbral geolocalizado. Los mismos, se
encuentran enmarcados por un profundo contenido filosófico: el privilegio de las
utopías más utilitaristas e inmediatas, la consagración de la gestión al
gobierno, el estandarte del dialogo y del consenso frente a la mirada
antagónica y la toma de postura como
actor relevante en el conflicto social.
Por esta simple razón es que muchos de ellos,
aun estando dentro del kirchnerismo, son excluidos por el núcleo
mas duro del mismo movimiento. Así y dentro de este marco, ni Macri tiene chances
mas allá del Riachuelo, ni Scioli puede romper hasta última hora y ni Massa
puede ni siquiera conquistar plenamente el conurbano sur.
Situados en la palestra de esta imagen, este es el gran
desafió que tiene la oposición por delante: encontrar el caudillo que le
permita enfrentar al otrora líder nato del Kirchnerimo. Dotarlo de mística, de
conceptos, de ideas… en fin… de CREDIBILIDAD.
Mientras este
escenario siga sin poder ser resuelto y no se avizoren grandes renuncias
personales en post de la creación de esta salida electoral, nos atreveríamos a
pronosticar, que la sucesión presidencial seguirá en manos del kirchnerismo.
Comentarios
Publicar un comentario