¿Qué pasa con la credibilidad de los políticos?

"La mayoría de los héroes son como algunos cuadros, no se les debe mirar de cerca." 
François de la Rrochefoucauld.






        
               El político no solo es el héroe de la película… no solo es quien con talento sobrenatural, puede percibir el estado de ánimo de las personas con las cuales está en contacto… también y lo que siempre lo ha caracterizado, es que siempre se ha propiciado en  ser el ejemplo a seguir. Palabras como solidaridad, igualdad, diálogo, honestidad florecen a diario en sus discursos.

     A  menudo solemos afirmar, que los consultores políticos trabajamos en post de generar una mayor credibilidad  que permita no solo generar confianza sino también, una mayor empatía que les permita  conectar con el ciudadano. Sin confianza en el héroe no hay actitud y sin actitud no hay cambios de comportamientos que nos permitan acrecentar el liderazgo pretendido.

Hoy, uno podría pensar que gracias a determinados fenómenos típicos de la clase política, esta ha generado sus propios gérmenes de la desconfianza. Podríamos pensar en:

•    No son los ciudadanos quienes directamente seleccionan los candidatos políticos. Aún sigue siendo el partido y todas sus relaciones hacia el interior las que posibilitan dichos ascensos.

•    Cada vez que la política entra al despacho la justicia huye por la ventana, suele decirnos el saber y el dicho popular. Una clara alusión a que la clase política en general, goza de cierta inmunidad y de trato preferencial que el resto de ciudadanos comunes. Véase el caso de la esposa del Ex gobernador de Rio Negro, Carlos Soria, que en vez de ir a la cárcel por asesinato hay quien se plantea hacerla pasar por loca…

•    Una historia plagada de hombres que han proliferado en la vida política, con orígenes humildes transformados en grandes fortunas, sin más empleo que los puestos públicos que uno les recuerda.
•    Una significancia de contradicciones entre lo que uno dijo en un momento y como uno actúa en otro. Mismos políticos tratándonos de explicar lo inexplicable.

•    Sus continuas alianzas y cambios de partidos, que no hacen más que favorecer su perpetua pertenencia a dicha Casta privilegiada.

      Y así, sucesivamente, podría seguir enumerando muchas más causas que generan y propician el propio descredito de la clase política en general y del político en particular.

Pero como un reflejo de la sociedad en la que se vive, hay una causa más ahora que cada vez se hace más patente. La pérdida de la confianza en la palabra que se da en Argentina en particular: Uno tiene primero un prontuario y luego que demostrar que eso no es así.

Hace poco, publique en Mercadolibre un teléfono blackberry nuevo. De los que me dan por puntos en España. Publicado con fotos y descripción correcta (nuevo en caja). Me llamo poderosamente la atención la respuesta de una de las llamadas: la persona sin haber visto el producto, me increpaba acerca de la supuesta veracidad o no de si el producto es nuevo. Lisa y llanamente me decía: - Vos decís que es nuevo yo no lo sé. Es decir… no creía en la palabra publicada y uno tiene que perder el tiempo explicando que lo que expone en el argumentarlo es verdad y que con total y absoluta certeza puede venir a comprobar el producto.

Mas allá de la anécdota, que por supuesto tengo varias de mi viaje por Buenos Aires, me llamo poderosamente la atención, de cuan grave y lesionada esta la palabra en Argentina. Nadie cree en nada y primero se cree que el otro está mintiendo y luego si, y solo si se puede comprobar que es verdad lo que dice bienvenido sea. Desconfiámos natamente del chamuyo diriamos...

Es como si los Argentinos hemos desarrollado un reflejo propio, donde primero nos prevenimos de que no sea verdad lo que nos dicen, dando por sentado que ya está mintiendo esta persona.

Pero esa piolada, esta viveza criolla, que siempre desde nuestros orígenes como colonia de contrabando nos ha acompañado, se traslada inmediatamente al sistema político, aportando entonces, una cualidad única. Es decir, a los factores de descredito que genera la propia clase política, tenemos que añadirle el aporte propio de su relación dialéctica con la sociedad: el descredito de la palabra.

Fiel muestra de ello, lo constituyen dos situaciones en menos de una misma semana:

1) Cristina Fernández de Kirchner, en el día de su reasunción, luego de haber sido operada de la glándula tiroides. Que en principio se dijo cáncer, luego un tumor benigno, etc. Dijo lisa y llanamente: "Muestro mi operación, para que Clarín no diga que no me operé”.  Lo más curioso, es que en una sociedad enferma, donde la palabra ya no tiene crédito, todo el mundo aplaude el valor de la presidenta al denunciar esta situación evidenciando entonces, mis afirmaciones anteriores: Primero hasta la misma presidenta tiene que demostrar que no miente y luego entonces será verdad todo lo que se viene diciendo hace 20 días. Hasta la propia institución de la presidencia, legitima el "Somos todos mentirosos primero, hasta que nos demuestres los contrario"


2) El otro caso no es alguien menor, nada menos que el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli. La imagen lo muestra en el instante preciso en que el médico especialista Jean Pillet, reconocido a nivel internacional, le aplica una nueva prótesis sobre el brazo derecho al mandatario bonaerense.




    El sistema político por tanto, es un fiel espejo y recrea las condiciones naturales que se producen en su lago de narciso.  Allí, los patrones culturales determinan que valores son los que se encuentran en la cúspide de dicho contrato. Y los políticos, como tales, no escapan al descredito en que está envuelta la palabra en Argentina.

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