El problema no es Massa, sino el traspaso de poder…



Como ese determinismo histórico fatídico Argentino, sembrado en el profundo de las entrañas gauchescas, el liderazgo y el culto al caudillo parecieran no sucumbir ni tampoco inmutarse frente al mundo postmoderno. Y sin embargo y, pero sin embargo, aquel viejo caudillo, que bajo el carisma de su gracia personal adquiría legitimidad política y apoyo popular con el respaldo de una elite económica, ejercía el poder absoluto y casi parecía adueñarse del país, vislumbran hoy; sus apósitos futuros retratados en el “Híper presidencialismo moderno”  que hoy como ayer y, ahora como entonces, sucumben bajo el velo de ser considerados “Héroes” o  “Tiranos”.

No obstante, el drama sobreviene ante la imposibilidad por parte del caudillo de continuar el ejercicio del poder, ya sea por diversos motivos Legales/Constitucionales o de estrictas normas entre vencedores y vencidos. La historia Argentina nos muestra ese gran vacío que nunca jamás hemos sabido llenar: el traspaso de poder.


Ni siquiera Perón, que se dio cuenta tarde que una salida posible era “La organización vence al tiempo” y ni Menem, con su abrazo del oso al estilo “Riojano", al otrora todo poderoso gobernador de Bs. As,  Eduardo Duhalde, pudieron garantizar una entrega de mando institucional y de poder.

Así entonces, en el acontecer de nuestros días y entre tanta polvareda política, se diluye un acontecimiento que promete ayudar -se verá hasta qué punto- a la maduración  de la cultura institucional en el sistema político. El kirchnerismo y en especial, Cristina Fernández de Kirchner, se encuentra en tránsito de mutar su liderazgo  y debe enfrentarse a una serie de escenarios dentro del tablero político, que se  encuentran sometidos a la tensión de tres variables identificadas:
1)      La sucesión al interior del peronismo.
2)      Liderazgo opositor.
3)      El dilema generacional.

En el orden de los escenarios prospectivos, la sucesión al interior del peronismo plantea dos alternativas bien claras:

A) Peronismo Presidencialista Tutelado: que sería la expresión idónea para describir un trasvase de responsabilidades institucionales, a un candidato propio no tan de izquierdas incluso, permitiendo la conservación de poder real a la otrora reina de la Patagonia.
En esta línea parecieran esgrimirse gobernadores de la talla de Urribarri, Urtubey, Capitanich, que podrían calificarse de afines al núcleo duro del kirchnerismo ideológico y aliados tácticos en la privación, de que fuera el actual gobernador de la Prov. de Bs. As. el destinatario de tamaña bendición.

B) Peronismo Presidencialista Atenuado: además de la asunción de responsabilidades institucionales, la arista del poder no estaría focalizada en quien lo detenta sino en cómo se ejerce. Si bien el cetro de reconocimiento al Kirchnerismo estaría garantizado, sus grandes luchas y objetivos ya no serían los acuñados por los representantes peronistas. 
Néstor y Cristina encontrarían su lugar en la vitrina, como una fase del estadio de dominación del Kirchnerismo, donde solo podíamos esperar el estado de antinomia latente como resultado de ser el poder del estado, un actor en pugna permanente que no hace más que recrear, una y otra vez como el mito de Sísifo, el estado de conflicto institucionalizado en el sistema político Argentino y, de confrontación en estrategias de interacción y  comunicación pública. Escenario todo aquello, que en tiempos donde todo lo solido se desvanece en el aire, representan una anacrónica  y hasta incluso “Pianta votos” manera de gestionar la imagen y las responsabilidades de gobierno.

Y aquí es donde encuentro mi mayor discrepancia con muchos analistas, ya que el estandarte de esta alternativa no solo incluye a Daniel Scioli sino también al gobernador De La Sota (al cual excluyo de la carrera presidencial)  y al tan nombrado Sergio Massa. Y lo constituyen porque ambos suscitan los mismos apoyos, compiten por el mismo electorado, son acusados con la misma vehemencia y desidia, proponen y enarbolan el cambio de paradigma con el consiguiente dilema generacional. La diferencia quizás, es que ambos eligieron estrategias diferentes: Daniel Scioli no se atreve a romper y cada vez más, sus interacciones se radicalizan en un intento de hacerse con la interna del partido y lograr el aval de Cristina, el apoyo de los gobernadores peronistas, Kunkel, la Cámpora, etc. y quizás, una vez nominado correrse otra vez al centro para buscar al votante medio. 
Sergio Massa (ex jefe de gabinete de la actual mandataria), por el contrario, ha ido recolectando viejos aliados del Kirchnerismo y los ha ido reubicando uno por uno tras una columna que no duda en plantar batalla en el aquí y ahora a la actual mandataria. No se confundan algunos, cuando intuyen que su victoria  y proyección en la toda poderosa gran Buenos Aires, correría la misma suerte que la propinada por Francisco de Narváez, a partir de su triunfo en las legislativas del 2009, mientras que detrás de este último, se encuentra al figura de Ramiro Agulla, le cubren las espaldas al primero nada más y nada menos que Eduardo Duhalde y Roberto Lavagña. Dos eximios experimentados que ameritarían otro nuevo análisis.



2) La aparición de liderazgo con proyección nacional en la oposición, es una característica que viene brillando por su ausencia en la última década y que además, conllevan el límite de no poder superar su propio umbral geolocalizado. Así Hermes Binner en Santa Fe, Elisa Carrio y Mauricio Macri en la Capital Fed. y Julio Cobos en Mendoza, entre algunos otros que puedo olvidarme, constituyen fenómenos locales que imposibilitan pensar el trasvase de poder en el orden nacional en sus figuras. Sin embargo,  no podemos descartar las diferentes alianzas que entre ellos o incluso, con algún representante del Peronismo Presidencialista Atenuado, como lo podría ser Sergio Massa, pudieran efectuarse a fin de paliar el déficit al cual están sometidos. Ello, implicaría una gran capacidad de renuncia de aspiraciones personales en post de la constitución  de un proceso de unificación en dos o tres coaliciones que pudieran presentar una propuesta de tracción nacional.


3)     Y el problema del dilema generacional implica una serie de cuestiones donde el kirchnerismo tiene un límite intrínseco a ello y deberá dar un respuesta diferente si quiere perpetuar su legado. Sucede que la mayoría electoral ya no son "Setentistas" sino "Ochentistas" / "Noventistas" y en ellos, hay un perfil claramente diferente de articulación de demandas y formas de concebir lo político.

Por ello, es que las explicaciones y lecturas políticas acercas de las PASO 2013, no caben en recalcar el triunfo del discurso Massista. A saber, el privilegio de las utopías más utilitaristas e inmediatas (Inflación e Inseguridad), la consagración de la gestión al gobierno, el estandarte del dialogo y del consenso frente a la mirada antagónica.
 
Y no es para menos, ya que el kirchnerismo ignora la cantidad de triunfos obtenidos, premisas cumplidas y que las demandas ochentistas o noventistas, se articulan no tanto en los discursos transformadores sino más bien en defensa del status quo de lo (paradójicamente) obtenido por el Kirchnerismo. 
Vamos… que ya dan por hecho la igualdad de matrimonio, la asignación universal, etc. sin asignarle el valor que le otorgan otras generaciones que fueron arrasadas por dictaduras militares que minaron sus sueños.
Las nuevas, simplemente en su gran mayoría, ya que no descarto un cierto sector que si lo tuviera muy presente, no están al tanto de la estabilidad política ni conllevan un grado de politización exaltada por la militancia. Lisa y llanamente pasan de ello y sobretodo, criados en un mundo consumista liberal, no creen en la necesidad de articular enemigos o en detrimento de otros para que a ellos les vaya bien. Si les va bien, es porque se lo merecen o han hecho el sacrificio personal para alcanzarlo. 
Esta mayoría generacional, ocupa una franja electoral importante que probablemente puedan ser focalizados dentro del voto frágil o blandos, que pueden o no votarte e incluso votar al contrario en las próximas elecciones. No son voto cautivo y son probablemente quienes hayan ayudado al kirchnerismo al consagrado 54%, pero no forman parte de ese 30% del voto y núcleo duro peronista. 
No son ni oficialistas ni opositores, que ni A ni B, no interesa de que bandera es tal solución, sino lo que interesa es si la solución funciona, y esto es fundamental:  "Tampoco porque no vayan a votarte, significa que tiene que venir un maestro con un libro nuevo y deshacer todo lo conseguido". Sino que simplemente, valoran lo hecho pero se mueven en un mundo híper dinámico, con desarrollo de las Tics, con gran movilidad, cosmopolita que les imposibilita vivir en la nostalgia del pasado y de los triunfos conseguidos. Ahora vienen nuevos desafíos y lo que paso, pasó!

Y es aquí donde el kirchnerismo, en conjunto con la ausencia de un líder opositor fuerte, encuentra su principal muralla. Ya que para ellos, estandartes de una generación proscripta y politizada no entienden estas nuevas generaciones caracterizadas por ser “Naif o Snob” que no necesitan de grandes relatos sino que prefieren la apatía a la militancia y sueños quijotescos.

El triunfo de Massa en términos de apoyo político de estas generaciones, puede ser leído como un castigo que una parte de la sociedad aplica al no estar la gobernabilidad en juego pero no obstante, es una clara tendencia que indica que día a día está dejando de ser la punta del iceberg con la que puede chocar el kirchnerismo sino permite la generación del debate de hacia dónde van como movimiento y que demandas nuevas necesitan incorporar al relato. 



Cristina y el FPV, que más allá de haber perdido en las cinco provincias más grandes, se alzaron con la victoria nacional sosteniendo el control del congreso y la condición de primera minoría tiene ante sí, no solo la posibilidad de interpretar la luz amarilla que se ha encendido esta última elección sino también, le enorme responsabilidad de gambetearle al determinismo caudillista histórico argentino:
O establece reglas claras para un Peronismo Presidencialista Tutelado (Kirchnerismo puro) en donde en ese caso el dilema generacional se la llevara puesta a ella y al FPV o bien, intenta conjugar  en estos dos años que le queda, lo mejor de un Peronismo Presidencialista Atenuado en la figura de Scioli, aceptando los nuevos estandartes generacionales donde la lucha y la confrontación van en contra del status quo.








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