Espionaje político. Una herramienta de campaña electoral.


En diferentes escenarios podemos recurrir a  la investigación del opositor o aspirante a la sucesión, ya sea incluso, hasta del mismo partido o grupo de poder. Quizás, la diferencia se encuentra en el eufemismo planteado. En el primer caso, es posible maquillar la investigación bajo el velo de: “Auditoria de seguridad” que establece cualquier estamento dirigencial que mantenga responsabilidades publicas. Esta auditoria en realidad pone de manifiesto una forma de construcción política, en donde el contar con información privada del otro, puede ser utilizada para amedrentar (o modo de chantaje) para reducir las aspiraciones de competencia del investigado. Por mucho que entremos en la era de las TIC’s, los viejos resabios no dejaran de estar presentes.
 
Pero el caso que nos aboca, es el espionaje político como. herramienta de campaña electoral, nos.comentá Sebastián Bertran Lamas - Director de Vab-Consulting.(Investigación & Comunicación Pública)

Ya  en 1972 estallo el escándalo conocido como “Watergate” donde el equipo de campaña del Presidente Norteamericano Richard Nixon utilizo el espionaje telefónico como herramienta de campaña electoral, desencadenando la fatídica renuncia del presidente  el 8 de agosto de 1974.

En contextos de máxima tensión o de escenarios polarizados con importantes posibilidades para dos candidatos,  el recurso de investigar cualquier hilo de conducta censurable por parte de la opinion publica y  que permita desacreditar al otro, es casi una obligación metodológica para cualquier director de campaña. Es parte constitutiva del análisis FODA, donde debemos incorporar (War Room) la información recabada para que ella pueda nutrir al cuadro de operacionalización de objetivos en campaña electoral en el caso de decidir su implementación.

La misma, suele darse mayoritariamente, en un contexto donde un candidato vaya liderando la intención de voto y en los últimos meses, el otro candidato le arrebate el liderazgo. Entonces el clima de competencia ya es total y cualquier elemento, como la campaña negativa, entra en consideración.

No se trata de violentar la intimidad, se trata de saber el punto débil del adversario. No se trata de plantearnos una discusión moral. Se trata de acrecentar nuestros recursos en contextos de máxima competencia electoral. Quien se encuentre con el primer planteo, deberá saber que esta no en el lugar adecuado.

En este contexto, es que las agencias de investigaciones o detectives privados, encuentran su posibilidad de saltar a la palestra laboral. Escuchas telefónicas, seguimientos en automóviles, grabaciones, fotos y videos adquieren relevancia y poder propio durante estos meses. Y es que la tecnología actual no conoce limites para este propósito.





La máxima aplicable y que nos permitirá contar con un extraball, seria la posibilidad de poder contar con un “topo” en el otro comando de campaña opositor, situación poco probable debido a que los candidatos, sobre todo en países latinoamericanos, suelen rodearse de personas de máximas confianza que construyen el andamiaje de lealtades políticas. Pero lo que si podemos contar o esperar, es que siempre puede existir un personaje (o familiar del mismo) descontento o relegado de protagonismo, motivado por sus deseos de venganza, dispuesto a infringir un daño a su actual jefe. "Ese es un tendón de Aquiles, un Judas escariote que cualquier jefe de campaña tiene la obligación técnica de encontrar" - nos comenta Sebastian Bertran Lamas.


Las investigaciones no solo abarcan al pasado del candidato sino al presente de su entorno más cercano. Esposa, hijas, padres, familiares y amantes deberán estar a resguardo durante estos meses de extrema exposición pública por parte del candidato. Por ello, es de vital importancia que el director de una campaña pueda saber todos los puntos flojos del candidato, a  fin de tomar las medidas pertinentes que impidan o minimicen cualquier riesgo.

Si los efectos se consideran poco probados o contraproducentes para quien encarga la investigación del rival, difícilmente verán la luz los datos arrojados. Es decir, nada más lejos que la pretensión de comprobación de verdad sobre lo ocurrido, sino más bien, si cumplen el objetivo de perjudicar la credibilidad u honorabilidad del otro. Ese es el criterio que prepondera a la hora de establecer luz verde al filtrado de información hacia la prensa. Si daña y no nos salpica, adelante! 

Pero también hay un limite, se trata de establecer un daño que quite al rival de su lugar en la campaña pero no que le imposibiliten el ejercicio de la función publica de por vida. Es como que existen ciertos códigos dentro de al estructura política que se preservan porque uno nunca sabe de que lado se va encontrar en el día de mañana. Este es un elemento vital que caracteriza a la política de nuestros días. Difícilmente se publiquen fotos de un ministro esnifando cocaína o una entrevista con su dealer, pero si quizás, se publiquen datos de cómo ese ministro gestiona a favor de determinada empresa un contrato con el estado.

Como actuar si descubrimos que estamos siendo investigados? Hay que hacer la denuncia a la comisaría más cercana para que de inmediato constate la situación y luego, solo luego, hacer una rueda de prensa condenando este tipo de comportamientos. Si bien los que practican la política saben que es moneda corriente y que nada tiene que ver con aspectos de legalidad o no, al grueso de ciudadanos aun les continúa pareciendo una actividad censurable y a ellos es a quienes debemos dirigir nuestro mensaje.

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